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¿Merece la pena cambiar el monitor del ordenador por una pantalla curva?


Manuel Arenas

Manuel Arenas

Periodista especializado en tecnología

@digitalcual

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El monitor es uno de los componentes más olvidados de un ordenador. Generalmente nos conformamos con el que viene con la configuración básica y nos acostumbramos a él con el tiempo hasta el punto de no sentir la necesidad de cambiarlo por otro mejor.  Pero la experiencia de uso de un ordenador se puede beneficiar mucho del cambio de la pantalla.


Resolución, fidelidad y tamaño


El primer parámetro que solemos manejar para comprar una pantalla es el del tamaño en pulgadas de su diagonal. La diferencia con los televisores está en la distancia a la que trabajamos con el ordenador y a la que vemos la tele, siendo mucho menor en el primer caso. Esto hace que el tamaño máximo habitual para monitores de ordenador esté solo entre las 20 y las 35’ pulgadas.

Además, el formato no siempre es el habitual de las teles: 16:9. También nos encontramos con 4:3 o 21:9 de modo que el formato se adapte a un recorrido horizontal de la vista a lo largo de la pantalla. La resolución de pantalla es otro elemento relevante. Cuantos más píxeles tengamos, más ventanas de aplicaciones podremos encajar en ella. A cambio, veremos los elementos gráficos y de texto más pequeños.

A tener en cuenta: Cuanta más resolución tengamos en un monitor, más conveniente será que elijamos un mayor tamaño de la pantalla. Las resoluciones más elevadas que podemos encontrar son 4K o UHD (3.840 x 2.160) y Ultra WQHD (3.440 x 1.440). La resolución habitual en pantallas convencionales Full HD (1.920 x 1.080).

El ojo se acostumbra a todo, tanto a lo bueno como a lo malo, y en ocasiones nos olvidamos de que una pantalla deficiente puede condicionar negativamente nuestra relación con el PC hasta el punto de ser menos productivos o dejar de usarlo.


¿Qué aportan las pantallas curvadas?


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Los monitores con pantallas curvadas han llegado hace poco al mercado. Se trata de modelos de gama alta y de tamaño por encima de 30’’, generalmente. Al contrario que en los televisores curvos, las pantallas de ordenador se ven una distancia más cercana, por lo que el efecto de la curvatura es mucho más manifiesto. Afecta sobre todo a las diferencias de luminosidad que se pueden apreciar al tener los extremos de la pantalla en un ángulo diferente al que tenemos cuando miramos a la parte central de la pantalla.

El ángulo de visión ha mejorado mucho en las tecnologías de los paneles actuales, pero al unirse el efecto del ángulo de visión del panel con el de la visión periférica de nuestro ojo, en las esquinas de una pantalla de gran formato podemos encontrarnos con diferencias en la forma de ver los elementos gráficos. Una ligera curvatura en las esquinas hace que estos efectos se vean minimizados hasta cierto punto, mejorando la uniformidad de la luminosidad de la pantalla así como la geometría de los elementos gráficos ubicados en esas zonas del monitor.

En estos monitores, además, encontramos paneles y sistemas de calibración que velan por la fidelidad de los colores que se ven en la pantalla. Al ser modelos de gama alta, también al formato se suma el de la calidad de sus componentes.

A tener en cuenta: Si estás pensando en comprar un monitor de gran formato y de buena calidad, que sea curvo es un elemento que aporta un plus de mejora en la experiencia de uso de un equipo de sobremesa, especialmente para aplicaciones de diseño gráfico, edición de fotos o vídeo y autoría multimedia.

Si buscas un monitor paragaming, comprueba si es compatible con tecnologías como G-Sync de NVIDIA y si la latencia es baja.


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