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Cómo disfrutar de un día de lluvia con los niños

“bebe”

Un día de lluvia con niños pequeños no significada nada más que una cosa: hay que estar preparados para disfrutarlo a tope. Con tener un equipo básico formado por pantalón largo, botas de agua y abrigo impermeable con capucha podréis salir a la calle como cualquier otro día a disfrutar de una buena tarde de lluvia. Si todavía llevas al bebé en el carrito, acuérdate de poner el plástico protector para que los más pequeños tampoco dejen de disfrutar de la experiencia.

La lluvia ofrece nuevas formas de diversión y no tiene por qué suponer que nos quedemos en casa encerrados. Podéis ir al parque, pisar charcos, jugar a tirar piedras en ellos, jugar a beber el agua que cae, hacer carreras a ver quien se mancha menos, modelar barro… las ideas son infinitas, lo único que tenéis que hacer es dejaros llevar y no pensar en la lluvia como un impedimento para salir a la calle.

Es cierto que, como padres, muchas veces nos cuesta relajarnos y aceptar las manchas y el frío que supone la lluvia, pero podemos aprovechar estos días para hacer con ellos un ejercicio de confianza: así, ellos nos avisarán cuando sientan frío, cuando se aburran, o cuando se quieran poner unos calcetines secos.

Puede ser buena idea meter en la bolsa de la merienda o en la bandeja del carro una muda por si necesitáis cambiaros, aunque una vez que salís lo mejor es dejaros llevar y esperar a llegar a casa para poneos ropa seca y disfrutar comentando de nuevo la experiencia.


También desde dentro


“bebe”

Sin embargo, también se pueden preparar grandes planes resguardados de la lluvia, dentro de casa. Simplemente mirar las gotas de lluvia que resbalan por el cristal es ya entretenido, y más si jugamos a las carreras entre unas gotas y otras. También se puede jugar a colocar cubos de agua en el exterior de la casa, para que los niños calculen cuánto tardan en llenarse con la lluvia, o cuántas construcciones pueden hacer antes de que se desborden…

Un día de lluvia puede ser un buen momento para cocinar con los niños, pintar con acuarelas, darse un baño mucho más largo de lo normal, jugar a disfrazarse o construir una cabaña con sábanas viejas.

No dejes que las largas horas en casa provocadas por una tarde de lluvia otoñal hagan que tus hijos se aburran, y déjate llevar por el niño que llevas dentro en esos días en los que por un momento, hasta que te das cuenta de lo contrario, parece que el día se ha echado a perder. 


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