Cómo mejorar el rendimiento de tu portátil con cuatro retoques
Todos hemos sufrido como nuestro portátil, que hace cuatro años era de lo mejor del mercado, hoy es un equipo del montón y al que le cuesta incluso arrancar Windows. Existen formas de volver sacarle el máximo partido a tu máquina sin que tengas que enfrentarte al coste de elegir un equipo nuevo.
Más rápido, con memoria SSD
Lo primero que hay que valorar al comprar un disco duro SSD es su relación precio/capacidad. Es más pequeño que un HDD, pero su rendimiento es superior. Recuerda que la placa base debe contar con conexiones SATA para poder usarlo y, a ser posible SATA3, para aprovecharlo al 100%. Un ordenador de hace menos de cinco años suele tener este tipo de conexiones.
Si tienes un presupuesto potente puedes apostar por un SSD grande y olvidarte del HDD, pero ten en cuenta que los discos SSD tienen una vida bastante más corta que un HDD en teoría. El motivo es que los discos SSD usan chips de un tipo de memoria muy parecida a la de los ‘pen drives’ o memorias flash, con un límite de escrituras posibles. Por eso, lo mejor es conservar el disco HDD para almacenar fotos, vídeos, películas, documentos y proyectos. E instalar el sistema operativo y los programas que más uses en el SSD. De este modo notarás cómo el equipo gana en velocidad de respuesta y esos eternos minutos esperando a que arranque el programa de turno pasarán a la historia.
Acuérdate de la memoria RAM
La segunda opción en tu lista de retoques debería ser duplicar la RAM: desde hace pocos años el estándar mínimo en cuando a memoria es entre 4 y 8 gigas de RAM DDR3, pero los fabricantes ya están incorporando memoria DDR4 a los nuevos modelos.
Si tienes 8 gigas y no le das un uso intensivo es posible que no te merezca la pena, pero si quieres jugar deberías llegar a los 16 y a los 32 para edición de vídeo. Recuerda que para conseguir un rendimiento homogéneo la memoria que compres debe de ser del mismo tipo, latencias, velocidad y voltaje; para eso, lo ideal es comprar módulos idénticos.
Base refrigeradora
Lo primero que suele fallar en un portátil es la batería. Esto puede pasar porque o bien lo tenemos permanentemente encendido o le hemos dado tanta ‘caña’ que ya no puede aguantar encendido ni 15 minutos. Una forma de evitar esto y conseguir que tu portátil vuelva a aguantar encendido pasa por incorporarle una base refrigeradora.
Este elemento permite que tanto la temperatura del procesador como la de la batería y el resto de componentes se mantengan más baja y por lo tanto aportan más estabilidad y evitan el sobrecalentamiento que puede provocar que se apague el ordenador. Además, la gran mayoría de bases refrigeradas llevan integradas puertos USB, que te pueden servir para sacar más partido a tu máquina.
Retoque a coste cero
Si tu equipo tiene menos de dos años y arrancar Windows se ha convertido en una odisea, lo mejor para que recupere su rapidez es reinstalarlo. Si no quieres complicarte tanto puedes limpiar el sistema con programas de mantenimiento como TuneUp. Limpian el registro y el arranque de Windows, y aconsejan sobre qué programas que no usas desde hace tiempo deberías desinstalar y mantienen tu disco duro limpio.
También deberías abrir el ordenador, es sorprenderte la cantidad de polvo que es capaz de almacenarse en un sitio tan pequeño. Recuerda limpiarlo al aire libre y sujetar los ventiladores con el dedo o con un poco de celo. Para el polvo más resistente, como los bordes de las aspas de los ventiladores, puedes usar bastoncillos de algodón. Un proceso en el que hay que tener paciencia y ser cuidadosos pero que puede hacer que tu ordenador vuelva a ser el que era.
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