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Consejos para empezar el gimnasio y no abandonarlo

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Los monitores de gimnasio lo confirman: todos los años, en los meses de enero y de septiembre, cientos de personas se matriculan en un gimnasio con gran motivación y convencimiento. Pero, al cabo de pocas semanas, más de la mitad deja de ir. Te ofrecemos algunas claves para que eso no te pase a ti.


Una cuestión de coherencia


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Antes de pagar la matrícula y empezar a ir al gimnasio, es importante que hagamos un trabajo previo: pensar detenidamente qué pretendemos conseguir, cómo vamos a hacerlo y cuánto estamos dispuestos a sacrificar para lograrlo.

El principal motivo por el que la gente abandona el entrenamiento es la desmotivación. Y esta aparece cuando nos damos cuenta de que no estamos obteniendo los resultados esperados. Muy probablemente nos habíamos fijado unos objetivos demasiado ambiciosos y a muy corto plazo. Debemos ser conscientes de que la tonificación muscular y las mejoras claramente visibles en el aspecto de nuestro cuerpo no aparecerán hasta pasado un tiempo. Si buscamos lucir un abdomen plano o unos poderosos bíceps a partir del tercer día, estamos perdidos.

El ejercicio físico tiene beneficios aparte de la pérdida de peso y la musculación. Si incluimos entre nuestros objetivos dormir mejor, sentirnos de buen humor, recuperar las ganas de hacer cosas y mejorar nuestra capacidad cardiopulmonar, seguro que no abandonaremos el gimnasio a la primera de cambio.


Organízate bien


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Con el ritmo de vida que llevamos, es muy fácil encontrar excusas para dejar de ir al gimnasio: salgo tarde de trabajar, tengo que recoger a los niños, se ha alargado una reunión… La clave está en llegar a pequeños pactos con nosotros mismos.

Nadie te pide que pases cuatro horas seguidas en el gimnasio siete días a la semana. Ni es saludable ni tienes tiempo para hacerlo. Piensa en una rutina que te permita acudir al menos tres veces por semana y dedicarle 45 minutos o una hora a entrenar. Por las mañanas, antes de ir a trabajar, por las noches antes de cenar, a la hora de la comida…

Una buena idea puede ser pedirle a tu pareja o a un amigo que te acompañe en tu aventura en el gimnasio. O incluso apuntarte a un grupo de personas que vayan juntas con frecuencia. Así, si la pereza te invade, al menos tendrás el aliciente de no dejar colgado a nadie.


Lucha contra el aburrimiento


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Después de varias semanas o meses haciendo los mismos ejercicios, puedes terminar cansándote, y decidiendo dejar de ir al gimnasio. Para que eso no ocurra, introduce variaciones en tu rutina para que no te resulte monótona.

Los gimnasios ofrecen muchas actividades además de la sala de musculación. Si te cansas de la bicicleta estática o de hacer pesas, pregunta a un monitor por las clases de spinning o por las de aerobic. Además de cambiar de ejercicio, también puedes concentrarte en el que haces, pero fijarte como objetivo perfeccionar tu técnica.

Si te sigues aburriendo, intenta combinar el entrenamiento en el gimnasio con el deporte al aire libre. Es mucho más entretenido correr por la ciudad o por el campo que hacerlo en una cinta. Así, cuando vuelvas, cogerás las pesas o los aparatos con más ganas.


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