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Consigue dulces sueños para tu bebé

“bebe”

Es muy común, cuando una está embarazada o acaba de dar a luz, escuchar una y otra vez aquello de: “¡si los bebés sólo comen y duermen!”, pero pronto todos en casa os daréis cuenta de que la realidad, en casi todos los casos, no es exactamente así. Con suerte, en la mayoría de crianzas este patrón se cumplirá durante las primeras semanas, pero poco a poco los bebés comenzarán a mantenerse despiertos durante más tiempo y a querer estar siempre alerta para no perderse nada del maravilloso mundo de colores y sonidos que se extiende ante sus ojos. 

Lo más recomendable para saber si el bebé quiere o necesita dormir es observarle. Las mamás y los papás pronto aprenderéis a distinguir gestos y sonidos que indican que vuestros hijos quieren echarse la siesta o irse a dormir. Hay algunos bebés que no necesitan más que estar limpios, con el estómago lleno y a una temperatura agradable para quedarse dormidos ellos solos en sus cunas o capazos, pero la gran mayoría necesitarán durante bastante tiempo una ayudita por nuestra parte.


Las siestas


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Es muy común que, a las pocas semanas de tener al bebé en casa, nos demos cuenta de que van creando ciertas rutinas, unas horas más o menos concretas en las que se echan la siesta. Lo más importante para facilitarles el descanso es asegurarnos de que tienen el pañal limpio, de que han comido y de que la ropa les permite estar cómodos. Una vez listos, podemos acunarles en brazos, cantar alguna canción suave o llevarles directamente a su cuna y quedarnos a su lado meciéndola hasta que se duerman.

Hay bebés a los que les cuesta más que a otros, y es muy importante que no lloren, de modo que si vemos que solos no lo van a conseguir, es mejor cogerles y ayudarles con mimos o canciones a conciliar el sueño.

En cuanto a la duración, lo más normal es que las siestas no sean muy largas, especialmente las de los bebés que se alimentan de leche materna. Es común que de muy pequeños, hasta con 7 u 8 meses, hagan varias siestas cortas durante el día. Igualmente, los bebés más dormilones y que consiguen echarse alguna siesta larga también existen, y ambas formas son perfectamente normales.


Durante la noche


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Uno de los momentos más temidos por los padres antes de tener el bebé son las noches, y lo cierto es que lo más habitual es que se despierten varias veces durante meses. Por norma general, es importante guardar una serie de rutinas desde que son pequeños, para que ellos mismos vayan asimilando a través de nuestras acciones que se acerca la hora de dormir.

Por ejemplo, un baño caliente seguido de un masaje relajante a última hora de la tarde puede ayudarles a bajar las revoluciones. Una vez bañados, podemos retirarnos a una zona tranquila de la casa donde poner música suave si vemos que eso le ayuda, o una luz indirecta no muy fuerte que cree un ambiente cálido propicio para dormir.




Es común que por la tarde-noche, tanto si toman biberón como si se alimentan de leche materna, se queden dormidos con el estómago lleno y duerman unas cuantas horas seguidas, siendo la excepción los niños que ya no se despiertan hasta la mañana siguiente.


Despertares nocturnos


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Cuando lleguen los despertares nocturnos, generalmente por hambre o por falta de contacto, lo mejor que podemos hacer es acudir de inmediato a recoger al bebé para ver qué le pasa. Posiblemente solo necesite comer y sentir que no está solo para coger de nuevo el sueño, por lo que hoy en día, como lo ha sido durante milenios, vuelve a ser común dormir con los hijos en la misma cama hasta que ellos se sienten seguros para cambiarse a su habitación.

Generalmente estos despertares nocturnos se solucionan rápido con una toma, un abrazo, o unos besos para que vean que mamá y papá están cerca de él, pero hay ocasiones en las que el asunto se descontrola, y los bebés lloran desconsolados sin saber por qué.

Pueden ser cólicos, pueden ser gases o puede ser que estén asustados, pero toda la familia acaba en pie sin saber qué hacer. Lo fundamental en estos casos es no perder la calma ni la paciencia, y comprender que el bebé está llorando por algo que necesita solucionar. Muchas veces, los nervios que los padres van generando se traspasan al bebé y toda la familia acaba de mal humor. Es importante contar siempre con el apoyo de la pareja, poder intercambiarse durante un rato al bebé para salir de la habitación, calmarnos nosotros y poder ayudar a calmarse al bebé.

Además, para los padres es fundamental un mínimo de descanso que permita afrontar el nuevo día con energía. De todos modos, cuando aún son muy pequeños y no tienen definidos los ritmos de sueño es normal que pasen algunos ratos despiertos, activos y risueños de noche mientras nosotros sólo queremos dormir.

En cualquier caso, tranquilidad: todo pasa, y en unos años recordaréis con una sonrisa estas largas noches en vela acompañando a vuestro bebé. 


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