Cuando el niño descubre a su papá
Una preocupación recurrente entre las madres es la de cuando los bebés no muestran mucho interés en el papá. Es simplemente un proceso, que en algunos casos es más largo que en otros, que al final desemboca en el gran día en el que el niño descubre lo genial que es su papá y lo que disfruta del tiempo con él.
Durante los primeros meses de vida, al bebé le cuesta distinguir entre su identidad y la de su madre, y solamente con el tiempo irá descubriendo otras figuras como la del padre, alucinando ante todo lo que éste les puede aportar. La simbiosis que se crea durante el primer año de vida entre el bebé y su madre no llega nunca a ser parecida a la que se establece entre un hijo y su papá. Es el papá el que tiene que dar los primeros pasos y, si está mucho tiempo fuera de casa, doblar los esfuerzos para que su hijo note su presencia y disfrute con él. De todos modos, es importante que el padre sepa que el lenguaje afectivo entre madre e hijo, e incluso el amor que siente el bebé por cada uno de sus padres no es el mismo, debido a que cada uno tiene competencias diversas, igual de importantes, pero diferentes.
La madre representa el calor, el acogimiento, la capacidad física y la psicológica que el bebé necesita, la que le ayuda a aceptar y a no asustarse ante el dolor, siendo su refugio ante las cosas que todavía le desequilibran y le cuesta asumir, y un lugar al que acudir siempre que necesite contacto físico, cariño y mimos. Por otro lado, el padre suele representar la fuerza física, la habilidad, la resistencia y el descubrimiento del mundo: con él suele preferir jugar y salir a divertirse.
Cuando el padre está lejos
Si el padre está ausente con frecuencia, o llega todos los días muy tarde, es normal que el niño recurra para todo a su madre. Aun así, el afecto por su padre no se verá aminorado sino todo lo contrario: al no tenerlo presente, el niño lo mitificará y su cariño hacia él aumentará. Lo mejor que puede hacer el padre ausente es hacer notar en todo momento, en cada oportunidad que tenga, que está presente y que forma parte de la vida del niño. Una llamada de teléfono, una carta, un mensaje escondido o un objeto de valor que el niño pueda guardar en su bolsillo les ayudarán a estar siempre conectados. Es bueno también para reforzar la relación que busquen un momento a la semana únicamente para ellos, por ejemplo llevarle a ver a los abuelos, ir al parque o darle un baño de espuma.
El proceso
Según pasan los meses y los bebés van creciendo, el papel del padre se volverá igual de imprescindible para la formación de la personalidad. Por ejemplo para las niñas es muy común pasar por un periodo de “enamoramiento” del padre, por lo que intentará imitar a su madre para afirmar su feminidad, mientras que es común en los niños sentir atracción hacia la forma de ser de la madre, imitando así a su padre en sus comportamientos para adquirir formas de ser y actuar típicamente masculinas.
Errores que podemos evitar
Como padre, es normal que intentes trabajar todo lo que esté en tu mano para acercarte cuanto más mejor a tu hijo, pero por ejemplo no es bueno que intentes suplir el papel de la madre, ya que es un papel que por motivos no solo físicos ni culturales, la madre ejerce de una determinada manera que en ocasiones está muy relacionada con el instinto. Tampoco debes obsesionarte con llevar a tu hijo a todas partes, convirtiendo el tiempo con él en una obligación; basta con que él note tu presencia y sepa que puede contar contigo.
No obligues nunca a tu hijo a mostrar afecto con palabras o gestos, ya que eso es algo que debe salir de él de forma completamente natural, y tampoco des importancia a las manifestaciones de afecto más o menos exageradas: suelen cambiar con la edad y las diferentes fases que atraviese vuestro hijo. Además, algo muy negativo es plantearle preguntar sobre con quién prefiere estar, ya que sólo generarás en él una incertidumbre innecesaria.
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