El baño del bebé: un momento especial
Desde sus primeros días de vida, bañar a tu hijo es una actividad muy placentera que podéis disfrutar juntos. Eso sí, siempre cuidando su delicada piel.
El baño es una actividad con la que, además de ocuparnos de la higiene de nuestro bebé, podemos disfrutar mediante juegos (a partir de los cinco meses se convierte en algo muy divertido para él) o masajes relajantes. Aunque, como su piel es muy delicada y absorbe fácilmente las sustancias que se le aplican, hay que tener precaución con los productos que usamos. Ante cualquier duda, lo mejor es que consultes con tu pediatra o tu dermatólogo.
Baños suaves y cortos
Ante todo has de tener claro que no es necesario un baño completo cada día. En los primeros meses el bebé apenas se ensucia (excepto la zona del pañal) y, como indican los profesionales pediátricos, la piel sana tiene sus propios mecanismos de autolimpieza. Además, cuanto más pequeño es, más corto debe ser el baño (unos cinco minutos bastarán). Y es que el abuso de jabones y la excesiva temperatura, frecuencia o duración de los baños favorecen la aparición de sequedad cutánea o de irritaciones en la piel. Por supuesto, conforme tu hijo vaya creciendo será necesario bañarlo más a menudo, porque se manchará más.
Primero calienta la estancia a una temperatura ambiente de unos 24ºC y llena la bañera con unos 15 cm de agua a una temperatura de entre 34-37ºC . Puedes ayudarte de un termómetro de baño. Comprueba que el pequeño tiene el culito limpio, para que no ensucie el agua, y sumérgele, sujetando su cabeza en todo momento.
Puedes bañarle sólo con agua o añadir un poco de jabón neutro sin perfume (los baños muy espumosos resecan más la piel). También puedes poner unas gotitas de aceite de almendras.
Lo mejor es que uses tus propias manos, de forma delicada, aunque también puedes usar una esponja natural. Después aclara bien para que no queden restos de producto que puedan alterar el pH de la piel.
En cuanto al pelo, los bebés aún lo tienen fino y poco abundante, por lo que no es necesario el champú; con el jabón del baño bastará. Si tu hijo presenta costra láctea (una descamación amarillenta en el cuero cabelludo), sí que necesitará un producto específico.
Una vez fuera del agua, envuélvelo en una toalla grande o capa y sécalo suavemente con otra más pequeña, sin frotar e insistiendo en los pliegues (cuello, axilas e ingles).
Hidratación a través de un masaje
Es conveniente hidratar la piel del bebé después del baño, sobre todo durante las primeras semanas de vida, cuando se muestra más reseca. Y ¿qué mejor manera que con un relajante masaje? Ponle el pañal por si relaja demasiado sus esfínteres y aplícale una crema, loción o aceite a base de caléndula o componentes hidratantes como la vaselina, la lanolina o los aceites vegetales. Lo importante es que no contengan perfume ni alcohol. Reparte bien el producto por todo el cuerpo, masajeando suavemente las piernas, los brazos, el rostro y la barriguita.
Después de esto, tu pequeño se quedará muy relajado y seguro que concilia mejor el sueño.
Claves a tener en cuenta
- Elige bien el momento del baño y procura que siempre sea ese, con el fin de crear una rutina. Lo recomendable es escoger un momento del día tranquilo para ti y procurar no hacerlo cuando el bebé tenga hambre ni inmediatamente después de haber comido. Justo antes de acostarlo puede ser una buena ocasión.
- Prepara todo lo que puedas necesitar y tenlo a mano, porque nunca debes dejar solo al pequeño, ni dentro del agua ni fuera de ella. Olvídate de atender el teléfono o de distraerte. Tan solo unos pocos segundos pueden conllevar algún accidente.
- Cuando el bebé vaya siendo más mayor y se mantenga sentado, podemos jugar en el agua, hacer alguna actividad que le estimule o incluso practicar un poco de “gimnasia acuática”. El pequeño necesita interactuar cada vez más y le encantará tener juguetes en el baño.
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