Juegos de construcción: edificando su futuro
Desde muy pequeñitos los bebés encuentran una gran satisfacción por la arquitectura. La idea de crear un objeto nuevo a partir de bloques sueltos les resulta muy motivadora. Más adelante jugarán con piezas encastrables cuyas formas y colores varían para darles más juego. Mientras disfrutan, ignoran los beneficios que les está aportando este entretenimiento.
Desarrollo de músculos importantes
Cuando juegan a las construcciones los niños desarrollan sus habilidades motoras finas, que son las que requieren el uso de los dedos, manos y antebrazos, que tanto van a necesitar más adelante para sujetar lápices u otros utensilios en el colegio o para vestirse. Hasta los ocho meses, la manera de sujetar objetos es similar a la de nuestros antecesores los monos, utilizando la mano entera.
Con los juegos de bloques aprenden además la coordinación ojo-mano y conceptos más complejos como espacio, simetría, volumen, dureza o equilibrio.
En torno al año de edad, comienzan a emplear los dedos índice y pulgar, hallando un gran entretenimiento en coger objetos y dejarlos caer. A estas edades las piezas son más grandes para que puedan colocarlos más fácilmente. En torno a los tres años de edad empiezan a sacarle más partido a las piezas, creando espacios más que amontonando figuras.
Progreso intelectual
Los bloques son un juguete que todo niño debería tener. Estimulan la creatividad mientras diseñan formas diferentes y les enseña a pensar de manera lógica. Algunos estudios han demostrado que pasar ratos jugando a las construcciones desarrolla habilidades para el lenguaje. Los padres pueden ayudar empleando el vocabulario correspondiente a cada pieza geométrica o a la edificación que erijan. Contribuyen a la agilidad mental y les va preparando en matemáticas, cuando comiencen a sumar y restar, ya que inconscientemente están añadiendo y quitando unidades en cada construcción.
Los juegos de construcción estimulan la creatividad y el pensamiento lógico. Favorecen el desarrollo del lenguaje y les inicia en las matemáticas. Además aprenden a concentrarse.
Por si fuera poco, aprenden a concentrarse, una tarea que no siempre resulta fácil. Colocar las piezas de manera que no se caigan y queden bien encastradas requiere atención. Conseguirlo además es premiado con una sensación de autosuficiencia y una buena dosis de autoestima, sobre todo si un adulto reconoce su buen trabajo. Si el juego es en compañía, además están interactuando con otros niños y aprendiendo el concepto de trabajo en equipo. La suma de los esfuerzos mejorará la creatividad y el resultado será más positivo.
A cada edad su juego de construcción
Poner a su disposición las piezas adecuadas es fundamental para despertar su interés por el juego de construir. Hay marcas que están presentes a lo largo de toda su infancia ofreciendo el juguete de construcción indicado para cada edad, como es el caso de Lego.
Hasta el año de edad los mejores son los que tienen piezas grandes, que quepan en su mano y sean fáciles de apilar o encajar. Su mayor satisfacción será derribarlas una vez colocadas. A los dos años puedes regalarle un conjunto de piezas que formen una figura conocida como un tren o una casita, pero cuanto menos ideas les dé el juego, más se desarrollará su imaginación. En este sentido, además de los anteriores, conviene tener un set de piezas variadas para que su creatividad no descanse.
Hasta el año de edad las piezas deben ser muy grandes. A medida que va cumpliendo años, estas empiezan a ser más pequeñas y con formas más complejas.
No trates de imponerle tu criterio, aunque puedes darle algunas nociones, pero deja que su iniciativa fluya libremente. Conforme van cumpliendo años la dificultad va aumentando y el tamaño de las piezas es cada vez menor. Las formas van siendo más variadas y complejas, para crear vehículos con todo lujo de detalles como aviones, barcos, edificios o lo que su mente creadora sin límite les inspire.
Si te ha interesado este artículo te recomendamos:
