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Niños hiperactivos, no nerviosos


Esther Martínez García

Esther Martínez García

Pediatra

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niños hiperactivos

No para quieto, lo toca todo, empieza las cosas y nunca las acaba, parece que no escucha, se salta las normas, padres y maestros están agotados… No estamos ante un niño rebelde, sino que probablemente sea un niño hiperactivo. Se trata de un trastorno de la conducta de origen neurológico que afecta a un 4% de la población infantil, sobre todo a niños más que a niñas.


Diagnóstico

En 1902, el pediatra británico George Still descubrió este nuevo cuadro médico, que ha ido evolucionando hasta llegar a lo que hoy en día los psiquiatras infantiles, neurólogos, psicólogos y pedagogos conocen como trastorno de hiperactividad con déficit de atención (TDHA).

Los síntomas de un niño hiperactivo son muchos, aunque existen algunos que suelen ser comunes: es descuidado, le cuesta mantener la atención y escuchar, no obedece, no cumple las normas, es poco constante, le cuesta concentrarse, se distrae ante estímulos irrelevantes, mueve infatigablemente pies y manos, no se sienta, corre y salta todo el tiempo, habla mucho, o es imprevisible.

Hoy en día es muy común meter en el saco de la hiperactividad a cualquier niño nervioso o a niños con problemas de concentración, pero es algo que se hace con demasiada ligereza. Un niño hiperactivo mueve constantemente las manos y los pies, se cansa rápido de todo y se pone casi frenético cuando está con personas que apenas conoce. También hay bebés hiperactivos que no comen ni duermen con tranquilidad, lloran a menudo y están muy espabilados: se ponen de pie antes que otros bebés y hablan mucho y con mucho desparpajo.


A tener en cuenta: Cuando empiezan la guardería o el colegio, los niños hiperactivos no prestan atención, se muestran inquietos, excitables y nerviosos y a veces crean tensiones entre la casa y el colegio. Muchas familias sufren conflictos por el comportamiento de los niños, rechazos de personas que están cerca de ellos y disgusto en los padres al ver que no respetan las normas de la casa. Suelen ser muy impulsivos, obstinados, poco conscientes del peligro y con gran intolerancia a las frustraciones.


Aunque su capacidad intelectual es igual o superior a la de los demás niños, a menudo tienen graves problemas de aprendizaje y dificultades en su rendimiento escolar, debido a que su incapacidad para concentrarse les impide seguir el ritmo de sus compañeros tanto a nivel psicomotor como en el área del lenguaje o la memorización.


Causas de la hiperactividad

niños hiperactivos

La hiperactividad tiene su causa en los niveles bioquímicos del sistema nervioso: en el cerebro humano una neurona desprende una sustancia química llamada neurotransmisor, que recoge otra neurona, que a la vez se excita y envía el mensaje a otra neurona.

Cuando un neurotransmisor es escaso o excesivo, la neurona o no se excita o se excita demasiado y así se produce un desequilibrio entre los neurotransmisores, desequilibrio responsable de las dificultades del niño para centrar su atención, para tener autocontrol y para gestionar los cambios de ánimo.


A tener en cuenta: Varios estudios apuntan que hay factores ambientales que pueden agravar este trastorno, como las psicopatologías paternas, el bajo nivel económico, la marginalidad, el estrés familiar o un entorno inestable.


Genéticamente, existe entre un 17 y un 41% de probabilidades de que los hermanos compartan el trastorno de hiperactividad, y si el padre o la madre la han padecido, los hijos tienen un 44% de probabilidades de heredarlo.


Tratamiento para la hiperactividad

Sin tratamiento adecuado, es probable que un niño hiperactivo sufra al ir acumulando fracaso tras fracaso. Suelen necesitar la ayuda de un psicólogo, un psiquiatra y un neurólogo, además del apoyo total de padres y profesores para entender las emociones del niño.

Es importante un buen diagnóstico por parte de expertos, que además de detectar el trastorno, puedan encontrar el tratamiento adecuado. El tratamiento incluye medicación para lograr que el niño se concentre, evaluaciones psicológicas frecuentes, psicoterapia para el niño y la familia y consultas con los profesores, de modo que su conducta vaya mejorando tanto en casa como en el colegio.


A tener en cuenta: Los padres necesitarán orientación profesional sobre este trastorno, ya que más allá de las complicaciones que supone su crianza, el niño seguramente esté sufriendo mucho y necesite ayuda externa para lograr tener amigos y una vida como la de sus compañeros. Por ello, como padres, es aconsejable acudir a expertos que seguramente recomendarán una serie de actitudes, como por ejemplo ser muy meticulosos con la disciplina en casa. Un ambiente relajado contribuirá mucho a que las cosas fluyan, sin gritos, prisas y estrés y siguiendo unas rutinas fijas y bien organizadas.


Es muy importante trabajar en aumentar su autoestima, aceptándole tal y como es y fomentando sus puntos fuertes, además de reconocer sus logros y esfuerzos. Seguramente os recomienden adoptar una mascota que acompañe al niño y complete la terapia. Su cuidado, cercanía y el aceptarle tal y como es sin esperar otra cosa les ayudará mucho.


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