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Tres beneficios de las clases de natación desde bebé

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La natación es uno de los deportes más completos que existen. Nos ayuda a tonificar nuestros músculos al mismo tiempo que mejora la coordinación y previene problemas en los sistemas respiratorio y circulatorio. Estos beneficios se multiplican en el caso de los niños.


Desarrollo físico

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Cuando un niño empieza a nadar desde que es bebé, siempre que se trate de un entorno controlado, de ejercicios suaves y de agua a una temperatura agradable, todo son ventajas. Para empezar, el niño se cansará y tendrá más hambre, lo que ayudará a que duerma y coma en las horas establecidas, favoreciendo que se habitúe a una rutina saludable.

Nadar aumenta el tono muscular de los niños, lo que redunda en una mejor forma física y en el desarrollo adecuado de sus capacidades psicomotrices. Además, aprenderá a desenvolverse en un medio como el agua, mejorando así su equilibrio, flexibilidad y coordinación.

Como ocurre con los adultos, el ejercicio en los niños, más aún en el medio acuático, aumenta su capacidad pulmonar e incrementa su función cardiovascular. Del mismo modo, reduce la tensión arterial, disminuye el nivel de glucosa en sangre y previene el sobrepeso y la obesidad.


Confianza y seguridad

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Otro de los beneficios que suponen las clases de natación para los niños pequeños es el aumento de su confianza en sí mismos y de su seguridad. Al fin y al cabo, todo lo que sea hacer cosas por uno mismo es positivo para desarrollar estos sentimientos. Desde un punto de vista psicológico, nadar no solo es divertido, sino que favorece la sensación de independencia y estimula la inteligencia de los más pequeños.

Eso sí, es fundamental que los padres estén presentes en las primeras brazadas del niño. En caso contrario, esa seguridad y confianza podrían desaparecer, y surgir sentimientos contrarios, de miedo y abandono en un entorno desconocido.


Integración y desarrollo emocional

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Entre los beneficios de que los niños asistan a clases de natación, como en el caso de cualquier otra actividad deportiva de equipo, el pequeño conocerá a otros niños e, independientemente de su edad, socializará con ellos de un modo u otro. De esta manera, establecerá relaciones con otros niños, distintos a los que ya conoce del colegio o la guardería.

En lo que respecta a los padres, el niño aprenderá a confiar plenamente en ellos, ya que desde el primer momento en que se sumerja en el agua, tendrá a su papá o a su mamá pendientes de él, transmitiéndole la sensación de que le ayudarán pase lo que pase.

No obstante, debemos tener en cuenta antes de llevar a un niño a clases de natación que el agua es un medio en el que nadie está acostumbrado a desenvolverse por instinto. Algunos niños reaccionan muy bien, y rápidamente empiezan a divertirse y a nadar con soltura. Pero otros muestran miedo o inseguridad, y necesitan más tiempo para sentirse cómodos en el agua. No podemos forzar al pequeño a nadar desde el primer día. Antes de eso debemos dejarle tiempo y espacio para familiarizarse con el medio, y aprender a flotar y a respirar en el agua.


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