Trucos para guardar los neumáticos estacionales
Ya sabemos que existen neumáticos que han sido especialmente diseñados y fabricados para utilizarse en invierno o en verano, pero lo que posiblemente no sepamos es cuál es la mejor manera de conservarlos durante la época del año en que no los usamos.
La diferencia entre los neumáticos de invierno y los de verano radica en su composición y en el dibujo de su banda de rodadura. En el caso de los de invierno, su fabricación permite que se agarren mejor al asfalto a bajas temperaturas y que desalojen el agua rápidamente cuando llueve, minimizando las posibilidades de sufrir ‘aquaplanning’. Algunos incluso están preparados para la nieve y nos evitan el uso de cadenas.
Por su parte, los neumáticos de verano, gracias a su composición, son mucho menos elásticos que los de invierno, lo que les proporciona una gran resistencia y agarre incluso cuando las temperaturas son muy elevadas.
Se acabó el verano…
… O el invierno, da igual. El caso es que la estación de calor deja paso a la de frío o viceversa, y por tanto ha llegado el momento de cambiar los neumáticos que montaba nuestro coche y sustituirlos por otros más adecuados. Pero la pregunta es: ¿Qué hacemos con los que quitamos?
Empezaremos por lo que no debemos hacer: dejar los neumáticos a la intemperie, expuestos al calor, a la luz o a la humedad. Y continuaremos con un pequeño consejo: no estaría de más señalar qué lugar ocupaba cada uno de los neumáticos cuando los desmontemos. Si no, será imposible recordar, medio año después, cuáles eran los delanteros y cuáles los traseros. Si ocurriera esto, y llegado el momento de volver a colocarlos no nos acordásemos de dónde iba cada uno, lo mejor es poner los que se vean más nuevos y tengan mejor aspecto en las ruedas del eje trasero del vehículo.
Volvamos a la cuestión de guardar las ruedas durante la estación en que usamos otras. Lo ideal es almacenarlas en un lugar fresco y seco, y a ser posible oscuro. El sitio perfecto es un garaje o un trastero, siempre que reúna algunas condiciones: la temperatura debe ser más o menos estable, y rondar los 20 grados, con variaciones de tres o cuatro como máximo. Además, lo más recomendable es que el lugar que elijamos esté ventilado, aunque sea solo a través de una rejilla pequeña, y que los neumáticos no reciban ni la luz del sol ni el calor que despida algún aparato que se encuentre cerca.
¿Solo el neumático o la rueda entera?
No actuaremos del mismo modo si solo hemos retirado los neumáticos del coche que si hemos quitado la rueda entera, con llanta incluida. Si solamente hemos quitado los neumáticos, lo mejor es conservarlos de pie durante sus meses de “descanso”. Para evitar que se deformen por pasar demasiado tiempo apoyados sobre la misma zona, podemos girarlos una vez al mes.
En caso de que desmontemos la rueda entera, podemos encontrarnos ante dos situaciones distintas: la primera, totalmente ideal pero no necesariamente factible, es disponer del suficiente espacio como para colgarlos de uno en uno, en ganchos anclados a la pared o en cuerdas que cuelguen del techo. Como lo más normal es que esta situación se dé en pocos casos, te proponemos una alternativa para la segunda situación (que no hay espacio, ni ganchos ni cuerdas): apilarlos en horizontal sobre el suelo, y cambiarlos de posición una vez al mes. Es decir, que el que estaba abajo del todo pase a la segunda altura y el de arriba pase a estar en la base. En la medida de lo posible, sácales aire a los neumáticos hasta que su presión descienda a 1 bar.
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